Un país próspero
El siglo XX empezó con buenas perspectivas para Uruguay. Europa compraba las carnes y las lanas a buen precio y la balanza comercial dejaba saldos favorables. Los europeos pagaban en oro o libras esterlinas (moneda inglesa); monedas fuertes que enriquecían las reservas del país.
El desarrollo de la industria frigorífica, que producía carne congelada y enfriada, permitió a los productos uruguayos entrar en el mercado mundial, que también estaba en un buen momento. El 90 % de las exportaciones provenía de la ganadería.
También otras industrias mostraban crecimiento. Muchos talleres se habían convertido en fábricas y empezaron a abastecer el mercado interno de artículos básicos, como alimentos, bebidas y vestimenta. El impulso de algunos hombres de empresa —que promovían la construcción de viviendas para las clases medias y populares— alentó la industria de la construcción, la herrería y la carpintería.
Cambios sociales
La sociedad uruguaya presentó importantes cambios en los primeros treinta años del siglo. La inmigración continuó, pero a ritmo menos acelerado. De todos modos, casi una quinta parte de la población era extranjera. Los inmigrantes se iban integrando progresivamente a la tierra que los había acogido, enriqueciéndola con sus costumbres y tradiciones.
Aunque la población seguía creciendo,descendieron los índices de natalidad y mortalidad. Por un lado, las familias tenían menos hijos y, por otro, el fin de las guerras civiles y la mejora de las condiciones higiénicas permitieron reducir el número de muertes tempranas. De todos modos, los jóvenes eran la mayoría de la población.
Otro rasgo que marcaba una característica demográfica de Uruguay era la concentración de población en Montevideo, donde a principios de siglo vivía casi la tercera parte de los habitantes.
Otro rasgo que marcaba una característica demográfica de Uruguay era la concentración de población en Montevideo, donde a principios de siglo vivía casi la tercera parte de los habitantes.
Diferencias de riqueza:
-Clases altas (4,5 % de la población): grandes estancieros; grandes comerciantes, algunos industriales, gerentes de empresas extranjeras.
-Clases medias (+ 40 % de la población): pequeños y medianos propietarios rurales, dueños de pequeños comercios y talleres, algunos trabajadores.
Una democracia imperfecta
José Batlle y Ordóñez fue electo presidente en 1903. Pocos días después se produjo el alzamiento del caudillo blanco Aparicio Saravia. El movimiento se inició por un desacuerdo del Partido Nacional (o Blanco) con la forma en que Batlle había elegido a los jefes políticos. La causa de fondo, sin embargo, era muy antigua.
- El partido que perdía las elecciones no tenía representación proporcional de diputados y senadores. Querían una cantidad de acuerdo a los votos que había sacado. En este caso, el Partido Nacional era minoría.
- También reclamaba el voto secreto, porque la presencia de los jefes políticos —elegidos por el gobierno— presionaba a las personas al momento de votar.
- Quería eliminar el fraude electoral, que era frecuente. A veces, al contar los sufragios… ¡había más votos que votantes! Todo esto mostraba una democracia aún imperfecta.
De acuerdo a la Constitución de 1830, no tenían derecho al sufragio las mujeres, los extranjeros, los analfabetos, los peones a sueldo, los vagabundos, los soldados… Esto significaba que solo una pequeña minoría elegía al gobierno. En las elecciones de 1903, por ejemplo, votó un 5 % de la población.
No todos estaban igualmente representados.
En 1900, el presidente no era electo por los ciudadanos, sino por la Asamblea General (Cámara de Senadores y Cámara de Diputados reunidas). En cambio, los diputados y los senadores sí eran elegidos por los votantes. Pero no existía la representación proporcional, como hoy.
Actualmente, el porcentaje de legisladores de cada partido es igual al porcentaje de votos que obtuvo en las elecciones. Si un partido tiene el 20 % de los votos, tendrá el 20 % de los legisladores. En aquel tiempo no era así. El partido que ganaba las elecciones, aunque fuera por poca diferencia, tenía muchos más representantes que los que correspondían a su porcentaje de votación.
Como durante muchos años el Partido Colorado ganó las elecciones, los blancos reclamaban una reforma de la Constitución que estableciera la representación proporcional.
La última guerra civil
Hubo un alzamiento blanco en 1903 que duró unos pocos días y terminó con el Pacto de Nico Pérez, pero en 1904 se produjo una nueva insurrección, mucho más grande, que se transformó en una guerra civil.
Escena del levantamiento de 1903
Un testimonio de la época:
«¿[…] Por qué la guerra encuentra en este país [Uruguay] un ambiente favorable? En primer término, porque la mayoría de la gente no tiene hogar y lleva una vida nómada. Mejor que ganar ocho pesos por mes es lanzarse a una aventura que dura unos meses y ganan más y comen mejor.» (Luis Mongrell, 1911)
Aparicio Saravia, el último gran caudillo rural
El Directorio del Partido Nacional estaba formado por hombres ilustrados —los «doctores»—, pero los combatientes fueron acaudillados una vez más por Aparicio Saravia. Casi 20.000 hombres lo siguieron; gauchos y paisanos que poco sabían de leyes, pero eran fieles al caudillo y esperaban que la revolución aliviara en algo la miseria en que habían quedado tras el alambramiento de los campos. Como eran excelentes jinetes, desafiaron al ejército del gobierno que contaba con 30.000 soldados y buenas armas.
A lo largo de nueve meses hubo victorias y derrotas en los dos bandos. Las batallas fueron sangrientas. En una de ellas, en Masoller, Saravia fue alcanzado por una bala perdida y, días después, murió en Brasil.
Tras su muerte se firmó la Paz de Aceguá, en setiembre de 1904. Allí se estableció la amnistía para los sublevados y el compromiso de reformar la Constitución para permitir la participación de las minorías en el gobierno.
Un presidente con proyectos
Con la victoria en la guerra, el poder del Gobierno se fortaleció.
A lo largo de sus dos presidencias (1903-1907 y 1911-1915) Batlle impulsó importantes reformas económicas y sociales. Entre uno y otro período de gobierno, mientras ocupaba la presidencia Claudio Williman, Batlle realizó un largo viaje a Europa, donde observó los problemas de las sociedades más desarrolladas. Convencido de que Uruguay era un país joven, al volver quiso anticiparse a los problemas proponiendo leyes sociales avanzadas.
La puesta en práctica de sus ideas le ganó amigos y enemigos. Los trabajadores fueron los más beneficiados, pero muchos empresarios se opusieron a sus propuestas. Tampoco contó con la simpatía de los estancieros, a quienes intentó aplicar impuestos. Además, tuvo la abierta oposición de Inglaterra, ya que pretendió pasar a manos uruguayas las empresas inglesas. Sus principales adversarios, sin embargo, fueron los blancos, pues a pesar de que en la Paz de Aceguá el gobierno se había comprometido a buscar alguna forma de coparticipación (es decir, de compartir el poder del gobierno), Batlle defendió el gobierno exclusivo del Partido Colorado.
Un Estado intervencionista en lo económico y lo social
José Batlle y Ordóñez
En aquel tiempo, el Estado se preocupaba fundamentalmente de mantener el orden, de juzgar a los que desobedecían las leyes y de defender al país en caso de ataque. Para Batlle, el Estado tenía que hacer mucho más. Debía impulsar la economía, porque en los países jóvenes no había una clase de empresarios con poder suficiente y era necesarioinvertir para favorecer el desarrollo. También había que asegurar que los servicios básicos,como la luz o el agua, llegaran a toda la población. Por tanto, no podían estar en manos privadas, que buscaban ganancia y no llevarían agua o luz a pueblitos perdidos de la campaña, donde la inversión no fuera rentable. Tampoco los servicios o sectores de importancia para el paíspodían pertenecer a extranjeros que se llevaran las ganancias para su patria.
Los batllistas proponían un Estado interventor en la economía; para concretarlo presentaron una serie de proyectos de ley. Algunos fueron aceptados, otros se votaron cuando Batlle ya no estaba en el gobierno y otros nunca se aprobaron.
Tres conceptos importantes
La idea de Batlle de ampliar las funciones del Estado se llevó a cabo por medio de tres grandes herramientas:
la estatización: que significa pasar a propiedad del Estado una actividad económica, en general porque se entiende que es de interés público (por ejemplo, la explotación minera, la generación de energía eléctrica o la provisión de agua corriente).
la nacionalización: si las mencionadas actividades están en manos de extranjeros, nacionalizar
quiere decir pasarlas a propiedad del Estado uruguayo.
el monopolio: quiere decir que alguien explota en forma exclusiva una actividad. En el caso de las reformas batllistas, a veces el Estado era el único autorizado para desarrollar alguna de ellas.
Organismos estatales en importantes actividades económicas
Creación de las Usinas Eléctricas del Estado (1912). Se estableció el monopolio estatal de la generación y distribución de energía eléctrica. El Estado tenía la exclusividad de producir la energía eléctrica y llevarla a través del cableado a las casas, las fábricas, las escuelas, los hospitales, las oficinas, etcétera.
Estatización del Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU). El BROU fue fundado en 1896. La mitad de sus fondos debían ser del Estado y la otra mitad, de particulares. Los particulares nunca pusieron su parte de capital. En 1911 el gobierno lo estatizó. Su principal función era dar créditos para el agro y la industria.
Creación del Banco de Seguros del Estado (BSE). La mayor parte de los seguros (contra robo, incendio, de vida, marítimos) estaban en poder de empresas inglesas. En 1911 se nacionalizó la mayoría de ellas y se creó un banco especial.
Creación del Banco Hipotecario (BHU). Desde hacía años la banca privada prestaba dinero a la gente para adquirir o construir vivienda, tomando como garantía la propia casa que se compraba o se iba a construir (hipoteca). En 1912, estos préstamos pasaron a ser monopolio del Estado a través del Banco Hipotecario.
Apoyos a la industria
El gobierno batllista apoyó decididamente el desarrollo industrial. Bajó los impuestos aduaneros a la importación de máquinas —especialmente para las fábricas textiles— y favoreció cultivos industriales, como el de la remolacha azucarera. En esos años se fundaron el Instituto de Pesca, el Instituto de Geología y Perforaciones y el Instituto de Química Industrial, con el objetivo de explorar y explotar materias primas y fuentes de energía. En cambio, fracasó el proyecto de instalar una destilería de alcohol estatal.
La política con el agro
Batlle pensaba que la tierra no debía ser propiedad de nadie. La asemejaba al aire o al mar, algo sin dueño. Lo que sí aceptaba era la propiedad sobre el fruto del trabajo, es decir que no estaba en contra de la propiedad privada sino de la propiedad privada improductiva. Intentó aplicar impuestos al latifundio y aumentar el impuesto a la herencia, pensando que esto desanimaría a los propietarios de grandes extensiones improductivas. A la vez estimuló a los pequeños y medianos propietarios, y promovió planes de colonización.
Estas medidas no tuvieron éxito; de hecho, los estancieros se opusieron fuertemente a su política.
Los ingleses y los trenes
Vías de tren en el Uruguay del 900
Los ingleses poseían casi toda la red ferroviaria, incluyendo las vías, las locomotoras y los vagones. El Estado pagaba dinero por ese servicio y los productores pagaban altos precios de flete. Como el Estado no tenía dinero para comprar los ferrocarriles, decidió competir con carreteras y puentes. Pidió préstamos a los Estados Unidos y construyó carreteras paralelas a las vías del tren. De ese modo, los ingleses tuvieron que bajar los precios para no perder el negocio a manos de los camiones importados de Estados Unidos.